sábado, 22 de febrero de 2014

Más Vida!

Miro mi cuerpo y encuentro las cicatrices que he adquirido a través de los años, es extraño, pero me gustan, son una prueba real de que he vivido, pienso que el corazón es más fuerte que la piel y así debe ser, por que debe reducir las cicatrices que le ha causado la vida. Las cicatrices aveces suelen desaparecer con el tiempo.


Y de vez en cuando, Si se alcanza a madurar lo suficiente, llega un momento  donde se comienza a ver todo con total claridad, cuantos errores cometidos y cuantas equivocaciones, pero por que sería un problema, simplemente son cosas de las que debemos aprender, el vivir sin rencores ni resentimientos es algo a lo que siempre le he apostado en mi vida, el querer demasiado también, aunque me haya equivocado muchas veces.

Vivir sin rencores lo recomiendo, no hay nada mejor en la vida que vivir sin la pesada carga de odiar a alguien, no importa cuanto daño nos haya hecho, no es fácil, pero es factible, por un tiempo la rabia y el dolor se apoderan de nosotros, pero al pasar los días las heridas sanan y el cuerpo se vuelve más liviano.

El querer demasiado, es bueno, aunque hay que aprender a no idealizar tanto a las personas y a no dejar pasar las oportunidades por negarse a ver las realidades en los demás, no hay que cerrar los ojos y no ver lo especiales y  buenos que son muchos seres humanos, a pesar de las guerras y de las decepciones, de la corrupción y del egoísmo, aun pienso que los buenos somos mas, por que de la gente que conozco la mayoría es buena y maravillosa, entonces hay que saber esperar, Siempre va a haber alguien quien nos quite el sueño y nos haga la vida más feliz.

La vida es bella y no hay que dejar pasar las cosas simples que ella nos regala, como lo dulce que es el sabor de los besos deseados, o del poderoso efecto de una sonrisa o de ese abrazo que reanima hasta los dolores mas intensos, o la universal conexión inalámbrica de las miradas, que nunca fallan y que siempre alcanzan su cometido, sea cual sea.

Quiero abrazar más, besar el doble, reír, llorar, sentarme en un cafe y tener esas conversaciones trascendentales durante horas y dejar mi celular en la cartera sin tener que preocuparme por el.

Quiero caminar mas por la orilla del mar, ver el atardecer, recostarme sobre el pasto, mirar las estrellas hasta ver pasar una fugaz y que la cámara de mis recuerdos deje todo registrado, mi cerebro es mejor que instagram por que tiene el poder de hacer latir mi corazón y disparar mis suspiros, cada vez que cierro los ojos y le echo un vistazo a todo lo que amo.

Por eso les recomiendo, vivan mas, menos internet...mas vida!

Pau.












viernes, 21 de febrero de 2014

Cuando me amé de verdad

Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre… autoestima.

Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional, no son sino señales de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es… autenticidad.

Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama… madurez.

Cuando me amé de verdad, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona, solo para alcanzar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… respeto.

Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se llama… amor hacia uno mismo.

Cuando me amé de verdad, dejé de preocuparme por no tener tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo. Hoy sé, que eso es… simplicidad.

Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y, con eso, erré muchas menos veces. Así descubrí la… humildad.

Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… plenitud.

Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. Y esto es… saber vivir!

No debemos tener miedo de cuestionarnos… Hasta los planetas chocan y del caos nacen las estrellas.

Charles Chaplin.